Ellie Carmichael lleva toda su vida enamorada de Adam, el mejor amigo de su hermano Braden y siete años mayor que ella que, para su desgracia, la trata como a una hermana pequeña. Con el paso del tiempo, el encaprichamiento adolescente que sentía por él se ha transformado en algo más profundo, más intenso y difícil de esconder.
Adam Sutherland ha encontrado la calidez de un hogar en Braden y su familia, y haría cualquier cosa con tal de conservar a su mejor amigo, incluso resistirse a la adorable, inocente y tentadora Ellie, la hermana pequeña de Braden. Por muchas mujeres que se lleve a la cama, el destino ha querido que la que única que no puede apartar de sus pensamientos sea la única a la que jamás podrá tener.
Con el paso de los años, la relación entre ambos pasará de una gran amistad a un vínculo mucho más profundo, teñido por la tensión sexual, las provocaciones, las palabras no dichas, los mensajes contradictorios y los deseos contenidos… ¿pero por cuanto tiempo? Adam y Ellie pronto descubrirán que es inútil resistirse al verdadero amor.
Hay novelas que te gustan, novelas que te encantan, y novelas que se hacen un huequito en tu corazón y no se van, que te dejan con una sonrisa boba en la cara cada vez que te acuerdas de ellas y que te hacen sentir mucho más que las demás. Eso exactamente me ocurrió a mí con Calle Dublín, una novela que me encandiló de principio a fin me hizo reconciliarme con la romántica empedernida que hay en mí. Así que cuando me enteré que B de Books publicaría en formato Kindle esta novela corta, como aperitivo para la publicación de Calle Londres, la segunda parte, no lo dudé ni un segundo me la compré en nada!!
Calles de Edimburgo es el perfecto ejemplo de lo que lo que en EEUU se conoce como novella: historias cortas, no novelas propiamente dichas por extensión y complejidad, que normalmente hacen de puente entre los libros de una serie. Samantha Young ya anticipó en Calle Dublín que entre Ellie y Adam había algo más que amistad, y en esta novela le dedica la atención que merecía a su historia de amor.
Calles de Edimburgo es el perfecto ejemplo de lo que lo que en EEUU se conoce como novella: historias cortas, no novelas propiamente dichas por extensión y complejidad, que normalmente hacen de puente entre los libros de una serie. Samantha Young ya anticipó en Calle Dublín que entre Ellie y Adam había algo más que amistad, y en esta novela le dedica la atención que merecía a su historia de amor.
El romance entre ambos es bonito y tierno, pero también incoherente: el gran abismo que les separa, el hecho de que Ellie sea la hermana pequeña de Braden, no me parece un tabú ni un obstáculo insalvable; tanto tira y afloja, tantas discusiones y llantos, se deben a una tontería como es el miedo de Adam a confesarle a Braden que le gusta su hermana. Por lo demás, la historia de Adam y Ellie es sexy, romántica e intensa, con mayor protagonismo de las emociones frente al sexo.
El ritmo es bastante rápido, como no podría ser de otra manera si hay que comprimir una década en cien páginas, pero aún así hubiese agradecido algo más de detenimiento en ciertas escenas y que los cambios en los personajes fuesen menos bruscos y estuviesen mejor justificados.
Lo que más me ha gustado sin duda de Calles de Edimburgo es la forma en que está narrada la historia: mediante diarios, empezando en el final feliz, haciendo un recorrido por el pasado y regresando al presente.
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